Just this month in his prayer intention video Pope Francis asked people around the world to “take good care of creation” and to care for our common home. He emphasized, both “[b]elievers and unbelievers agree that the earth is a common heritage, the fruits of which should benefit everyone.” He calls us to recognize “[t]he relationship between poverty and the fragility of the planet.”
During Pope Francis’ visit to Mexico last week he gave testimony to the effects of social, economic, and environmental exclusion by putting those on the margins -- migrants, prisoners, workers and indigenous peoples -- at the center of his trip. Through his visit to Chiapas the pope sent a powerful message. There he stood in solidarity with the country’s indigenous population, who has increasingly withstood environmental and human rights abuses. In a holy Mass with representatives of the indigenous communities of Chiapas, Pope Francis exclaimed, we cannot ignore the cries of Creation, the poor and the earth who “is among the most abandoned and maltreated of our poor.” In his homily in Chiapas, Pope Francis said:
This sister now cries out to us because of the harm we have inflicted on her by our irresponsible use and abuse of the goods with which God has endowed her. We have come to see ourselves as her lords and masters, entitled to plunder her at will. The violence present in our hearts, wounded by sin, is also reflected in the symptoms of sickness evident in the soil, in the water, in the air and in all forms of life. This is why the earth herself, burdened and laid waste, is among the most abandoned and maltreated of our poor; she ‘groans in travail’ (Rom 8:22)” (Laudato Si’, 2). The environmental challenge that we are experiencing, and its human causes, affects us all (cf. Laudato Si’, 14) and demands our response. We can no longer remain silent before one of the greatest environmental crises in world history.
In light of the environmental crises we face and the cries of Creation and the poor, Pope Francis reiterates his call for us to examine the path we are traveling on and to examine our conscience: “How worthwhile it would be for each of us to examine our conscience and learn to say, “‘forgive me!’, ‘forgive me, brothers and sisters!’ Today’s world, ravaged as it is by a throwaway culture, needs you!” If we look around, we see many signs of this “throwaway culture,” which discards things and people as “leftovers,” whether it is the homeless who live on our streets, the workers who produce cheap consumer goods for abysmal wages in the maquilas in Juárez, or the indigenous peoples who have been displaced from their lands or seen them contaminated by others “intoxicated by power, money and market trends.” Pope Francis, during this period of Lent, call us to examine our steps and the current path we are traveling on, to reject a “throwaway culture,” and to embrace a culture of solidarity and encounter. Francis calls the Church and the world to acknowledge the urgency of our environmental challenges and to join him in embarking on a new path. As Pope Francis said during his visit to our nation, "Now is the time for courageous actions and strategies, aimed at implementing a 'culture of care' and 'an integrated approach to combating poverty, restoring dignity to the excluded, and at the same time protecting nature.'" As individuals, we can take important steps to answer Pope Francis’ call to care for our common home by examining our lifestyles, reducing our consumption, and being conscious of our choices. We can also contribute on a broader scale to lasting change by working actively within our communities to address environmental challenges in our neighborhoods, towns and cities, and advocating for environmental policies that protect the poor and vulnerable in our nation and around the world. How will you respond to Pope Francis’ call to care for our common home? Francis reminds us that “[w]e must not think that these efforts are not going to change the world. They benefit society, often unbeknown to us, for they call forth a goodness which, albeit unseen, inevitably tends to spread” (Laudato Si’, 212). Go deeper:
[caption id="attachment_542" align="alignright" width="300"] Cecilia Calvo, USCCB[/caption] Cecilia Calvo is the coordinator of the USCCB Environmental Justice Program at the USCCB Department of Justice, Peace & Human Development.
¿Cómo podemos responder al llamado del papa Francisco a cuidar de nuestra casa común? La Cuaresma, la intención de oración del papa Francisco y las lecciones de su viaje a México Justamente este mes en su video de intención de oración, el papa Francisco pidió a la gente de todo el mundo que “cuidemos de la creación” y de nuestra casa común. Hizo hincapié en que tanto “[c]reyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos”. Él nos llama a reconocer “[l]a relación entre la pobreza y la fragilidad del planeta”. Durante su visita a México la semana pasada, el papa Francisco dio testimonio de los efectos de la exclusión social, económica y ambiental al poner a los marginados —migrantes, presos, trabajadores y pueblos indígenas— en el centro de su viaje. A través de su visita a Chiapas el papa envió un poderoso mensaje. Allí se alzó en solidaridad con la población indígena del país, que viene resistiéndose cada vez más a los abusos a los derechos humanos y ambientales. En una santa Misa con representantes de las comunidades indígenas de Chiapas, el papa Francisco exclamó que no podemos ignorar el clamor de la Creación, diciendo que “entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra”. En su homilía en Chiapas, el papa Francisco dijo:
Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que “gime y sufre dolores de parto” (Rm 8,22)” (Laudato si’, 2). El desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos (cf. Laudato si’, 14) y nos interpelan. Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia.
A la luz de las crisis ambientales que enfrentamos y el clamor de la Creación y los pobres, el papa Francisco reitera su llamado a que examinemos el camino que estamos recorriendo y que hagamos un examen de conciencia: “Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!, ¡perdón, hermanos! El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”. Si miramos alrededor, vemos muchos signos de esta “cultura del descarte”, que se deshace de cosas y personas como “sobrantes”, ya sean las personas sin hogar que viven en nuestras calles, los trabajadores que producen bienes de consumo baratos por salarios ínfimos en las maquilas de Juárez, o los pueblos indígenas que han sido desplazados de sus tierras o las han visto contaminadas por otros “mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado”. El papa Francisco, durante este periodo de Cuaresma, nos llama a examinar nuestros pasos y el camino actual que estamos recorriendo, para rechazar una “cultura del descarte” y abrazar una cultura de solidaridad y encuentro. El papa Francisco llama a la Iglesia y al mundo a reconocer la urgencia de nuestros desafíos ambientales y sumarse a él en embarcarse en un nuevo camino. Como dijo el papa Francisco durante su visita a nuestra nación, “Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una ‘cultura del cuidado’ y una ‘aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza’”. Como individuos, podemos adoptar medidas importantes para responder al llamado del papa Francisco de cuidar nuestra casa común examinando nuestro estilo de vida, reduciendo nuestro consumo y siendo conscientes de nuestras opciones. También podemos contribuir a una escala más amplia a un cambio duradero trabajando activamente dentro de nuestras comunidades para abordar los desafíos ambientales en nuestros barrios, pueblos y ciudades, y promoviendo políticas ambientales que protejan a los pobres y vulnerables en nuestro país y en todo el mundo. ¿Cómo responderá usted al llamado del papa Francisco a cuidar de nuestra casa común? Francisco nos recuerda que “[n]o hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse” (Laudato si’, 212). Profundice:
Cecilia Calvo es la coordinadora del Programa de Justicia Ambiental de la USCCB en el Departamento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano de la USCCB.